La observación de aves es uno de los hobbies de mayor crecimiento actualmente, y tiene un amplio atractivo tanto para jóvenes como para mayores. Es causa de gran alegría y puede ser un bien recibido escape del estrés de la vida moderna. Nos permite conectar con la naturaleza no sólo a través de la apreciación estética, sino también a través del placer de conocer. Casi no hay límites a todo lo que podemos aprender sobre las aves, sea sobre sus comportamientos alimenticios o reproductivos, sus formas de comunicarse o sus migraciones. Y el primer paso en este camino es aprender a identificar adecuadamente las aves alrededor nuestro: en eso consiste básicamente la observación de aves. La belleza de esta práctica consiste en su simplicidad. Tras una inversión inicial en un par de binoculares y una guía de especies, se está listo para comenzar.
Avistadores de aves
Comenzar a identificar aves puede ser una empresa sobrecogedora. Hay más de diez mil especies en el mundo, más de seiscientas en España y miles de ellas en América Latina. Pero no debe uno preocuparse: lo mejor es comenzar con lo que ya se sabe. Pensemos en cuántas de las especies de aves locales ya conocemos el nombre. ¿Qué hay de especial en estas aves que nos indican qué especie son? ¿Probablemente el tamaño, la forma o el color, no es cierto? Tomemos, por ejemplo, el cardenal norteño de América. Es un ave de mediano tamaño, de cola larga, cresta y color rojo brillante. Dónde se encuentra un ave o lo que está haciendo también es importante. Es posible ver a un ave nadando en el agua y asumir que es un pato; a un ave volando en el cielo y asumir que es una golondrina; o a un ave trepando un tronco y asumir que es un pájaro carpintero. Una vez que están en el campo, los avistadores de aves utilizan un montón de pistas como estas para identificar especies determinadas.
Un cardenal norteño macho
Comencemos, pues, por el tamaño. Cuando se ve a un pájaro por primera vez y se quiere saber qué es, es conveniente pensar en qué especie ya conocida es la más parecida en tamaño. ¿Tiene el tamaño de un gorrión? ¿De un tordo? ¿De un cuervo? ¿O es algo más grande, como un ganso? El tamaño de un ave abarca desde la punta del pico hasta la punta de la cola. Debemos comprobar las medidas de aves ya conocidas, y luego contrastar con otros candidatos para saber si están en el mismo rango de tamaño. Debe recordarse que no siempre es fácil juzgar el tamaño de un ave.
Comparar tamaños es más fácil cuando las aves están cercanas entre sí
A continuación, pensemos en la forma. Los pájaros difieren mucho en la forma de sus picos, cuello, piernas, patas, alas y cola. La forma del pico suele estar relacionada con lo que la especie come. Las que se alimentan de néctar suelen tener largos y finos picos, como el del colibrí; las que comen semillas o nueces tienen picos fuertes y gruesos como los picogordo; las aves de rapiña, también llamadas aves de presa, tienen picos ganchudos para desgarrar la carne, como es el caso de los halcones. Hay incluso picos más especializados, como el del flamenco para filtrar, el de las espátulas para cernir, o incluso la forma única del pico del piquituerto, que utiliza para extraer semillas de las piñas de los pinos. Debemos prestar una atención especial al pico de un ave cuando tratamos de identificarla.
Una chocha americana explora el suelo con su largo pico
El cuello, patas y pies de un ave también nos ofrecen pistas sobre dónde vive o lo que come. Las aves acuáticas suelen tener piernas largas para caminar por el agua sin mojarse. Las que comen peces o ranas suelen tener cuellos largos, que utilizan para propulsar rápidamente sus picos en forma de daga. Las aves de rapiña tienen fuertes piernas y patas de afilados talones, que utilizan para aferrarse y matar a sus presas. Las aves que nadan o se zambullen, como los patos y cormoranes, tienen patas palmeadas que utilizan para nadar a través del agua. Para ayudar con la identificación de una especie, debe notarse el largo del cuello, de las piernas y la forma de las patas que esa ave tiene.
La garceta nívea tiene un cuello largo y unas piernas largas también
Las alas y la cola son funcionales y permiten que el ave vuele, lo que, a pesar de algunas excepciones puntuales, casi todas las aves pueden hacer. La forma de las alas y de la cola determina cómo un ave vuela, y esto se puede utilizar a veces para su identificación. Tomemos a las aves de presa, por ejemplo. Algunas, como las águilas, tienen alas largas y anchas que les permiten planear sobre corrientes térmicas. Algunos gavilanes tienen alas más cortas y colas más largas, que les permiten cambiar de dirección rápidamente durante el vuelo. Los halcones presentan alas más afiladas durante el vuelo. Para ayudar con la identificación, debemos prestar atención al largo, ancho y forma de las alas durante el vuelo. Algunas especies también tendrán colas largas que sirvan para adornarles, sin tener una funcionalidad directa.
La forma de alas y cola puede ser importante para la identificación
Ahora pensemos en el color. El mundo de las aves está lleno de una miríada de colores, y esta es una de las cosas que estimula nuestra admiración por él. Algunas aves utilizan sus colores para presentarse a otras, mientras que otras especies los utilizan para camuflarse. Cuando se busca identificar un ave no sólo es importante notar de qué color son, sino qué partes del cuerpo son de qué colores. Muchas partes son bastante obvias, como la cabeza, el lomo, las alas o la cola, pero es posible acabar tratando de algunas menos familiares, como la rabadilla, la cloaca o el occipucio. Es bueno tomarse el tiempo para conocer los nombres de cada una de estas partes del cuerpo, y, posteriormente, comprobar una guía confiable en caso de que se encuentre una parte del cuerpo desconocida.
La reinita cabecidorada tiene una cabeza amarilla, lomo verdoso y alas grises
El patrón de coloración también aparece en los nombres de las aves, especialmente en los trópicos, donde hay muchas más especies. Algunos ejemplos de colores utilizados en nombres de aves pueden ser ‘cabeciroja’, ‘rabadilla amarilla’ o ‘alas azules’, mientras que patrones tales como ‘cuello pintado’, ‘pecho rayado’ o ‘espalda moteada’ pueden también aparecer. Estos detalles son conocidos como marcas de campo, y aquel que aparece en el nombre suele ser el más distintivo de la especie. Frecuentemente, basta con conocer tres de estas marcas de campo para identificar adecuadamente un ave. Para ello, debemos comenzar con los pájaros más comunes y estudiar qué marcas de campo les separan de especies similares.
La reinita gorjinaranja tiene costados manchados
Finalmente, tratemos el tema de agrupar a las aves. Las especies de aves están divididas en alrededor de cuarenta órdenes. Una de estas es la de los passeriformes, o aves cantoras, que contiene alrededor del 60% de las especies globales. Por lo tanto, la primera distinción importante es entre passeriformes y todas las demás especies, las no-passeriformes. Entre los passeriformes se incluyen aves tales como las reinitas, los atrapamoscas, los canarios y jilgueros, los tordos, los cuevos, los mirlos, los verderones, los chochines y las golondrinas. Cualquier ave pequeña que cante es probablemente un ave passeriforme. Las no-passeriformes son más difíciles de agrupar, pero incluyen la mayoría de las aves más grandes, aves marinas y acuáticas, aves de rapiña y una gran variedad de otras especies como los cucos, las palomas, los martines pescadores, etc. Si se comprende bien lo que es un ave passeriforme, se gastará mucho menos tiempo pasando las páginas de guías de aves, buscando una especie determinada.
Las oropéndolas de Baltimore son passeriformes, o aves cantoras
Estos cuarenta órdenes de aves están, a su vez, subdivididos en familias. Cuando un avistador experimentado ve una especie nueva, probablemente tratará primero de determinar en qué familia se encuentra. Se cuentan actualmente alrededor de 250 familias de aves a nivel mundial, de las cuales alrededor de 66 están en España. Algunas de estas familias son bastante conocidas, como las palomas, los cucos o los colibríes, pero otras son más difíciles de identificar. A veces, familias sin relación entre sí pueden parecerse mucho, como es el caso de las golondrinas y los vencejos o los gavilanes y los halcones. Cuando estemos avistando aves, conviene conocer los rasgos comunes dentro de una familia y los rasgos que la separan de familias similares. Los vencejos, por ejemplo, suelen hacer vuelos rápidos y directos, mientras que las golondrinas tienen un vuelo más lento y divagante. Los halcones suelen ser más pequeños que los gavilanes, con alas más afiladas durante el vuelo. Conforme se utiliza más y más una guía de identificación, se comienza a recordar mejor las diferentes familias, y su posición en la misma guía. Tal vez se acabe recordando que los patos están al principio, los gorriones al final y los carpinteros en el medio. Esto acabará ahorrándonos un montón de tiempo.
La familia de los rálidos, a la que pertenece esta polluela sora, se conforma por pájaros de cuerpo ancho y muy tímidos, que usualmente se encuentran cerca del agua
Finalmente, algunas cosas deben tenerse en mente. No todos los individuos de la misma especie se parecen. Los machos y las hembras suelen tener plumajes diferentes; un fenómeno llamado dismorfismo sexual. Los machos suelen ser más coloridos e impresionantes, con sólo algunas raras excepciones. Muchas aves también cambian su plumaje durante el período de apareamiento, haciéndose más fáciles de identificar. Los pájaros jóvenes también pueden lucir diferentes de sus versiones adultas, a veces pareciéndose todos en su plumaje al de las hembras. Una especie también puede presentar variaciones regionales dentro de su rango geográfico, o no estar presente en éste uniformemente por ser un ave migratoria. Las migraciones de primavera, por ejemplo, durante las cuales los árboles se llenan de coloridas reinitas, son la mejor época para avistar aves en Norteamérica.